martes, 29 de junio de 2021

El ángel de Melania

                             El ángel de Melania

imagen extraída de pixabay

Melania era una joven que vivía entre ensueños. Lejos siempre estaba de la realidad de su entorno. Su mundo era el de los sueños, donde todo era posible. Su imaginación la llevaba a lugares que  nunca alcanzaría. Prefería perderse en ese mundo de ilusiones, a tener que vivir su presente , y resucitar el gran dolor que le producía recordar la partida de su padre. La tristeza la acompañaba a cada momento. No encontraba amigos que empatizaran con su dolor.A los jóvenes de su edad solamente les interesaba sumergirse en los vicios tóxicos de las drogas. Pero eso era para cobardes. Si bien ella vivía en un presente desprovisto de esperanzas, tenía en claro, que debía conservar su mente sana, y alejada de sustancias tóxicas, que pudieran destruir su único aliado, el cerebro;
motor de toda imaginación extraordinaria.
Un día frío de abril, Melania se quedó envuelta en un sueño diurno, sintiendo en su suave mejilla el beso dulce y el abrazo de un ser entrañable. Esa imagen que se asomaba ante su visión nublada era aquel ser amado que alguna vez se había fugado de este mundo terrenal para emprender un vuelo alto, y sin retorno, hacia el universo de la luz celestial.
Eso era, un ángel. No podía ser otra cosa que una señal divina, que le anunciaba que el cielo sí existía y que debía confiar.
—Melania, no debes llorar ni sufrir más por mí. Yo me encuentro muy bien. Soy feliz. Donde estoy no existe el dolor —le dijo el ángel, que la abrazaba disfrazado de quien había sido su padre—. Tuve que venir a decírtelo. No te puedo prometer que el dolor,que hoy sientes, desaparecerá, pero sé que todo mejorará. Siempre estaré a tu lado. Solo tienes que encontrar y sentir con el corazón mi presencia en el mundo natural que te rodea.
—¿Por qué te fuiste? —preguntó Melania mientras se apartaba por un momento de ese abrazo que la reconfortaba. 
—Porque era mi hora de partir del mundo terrenal para vivir en el universo de la eternidad. No me encuentro físicamente contigo, hija, pero te aseguro que estoy unido a ti espiritualmente. Debes conectarte con el mundo, si quieres verme, y reconocerme en cada ser que cubre la Tierra. Te daré tres mensajes para que sepas que estoy a tu lado, en los que tendrás que poner en práctica tus sentidos y descubrir el mensaje escondido. Recuerda, solo tienes que estar atenta, conectada, disfrutando de todo lo que te brinda la naturaleza. 
—No te vayas… —susurró Melania al observar que la silueta del ángel, que había brillado ante sus ojos, desaparecía poco a poco.
Aturdida por los hechos, Melania despertó sobresaltada. Una sensación agridulce se apoderó de ella. Todo había sido un sueño, pero el abrazo fue tan real, que en un momento, pensó que lo había vivido de verdad. El vacío existencial la invadió de nuevo.
Rápidamente, la joven se levantó del sofá donde había estado durmiendo un momento antes y se dirigió al jardín, atravesando la puerta-ventana que separaba el interior de la casa del exterior. El sonido de una flauta que resonaba la paralizó. Las notas que emitía, eran las mismas melodías que tocaba su padre para tranquilizarla. 
“Te daré tres mensajes para que sepas que estoy a tu lado, en los que tendrás que poner en práctica tus sentidos y descubrir el mensaje escondido”, recordó las palabras del ángel.
Melania, inducida por la paz que le producía el sonido, decidió descubrir de dónde provenía. Se subió a un tronco y se asomó a la verja. El autor de los sonidos era un vagabundo que estaba en la vereda de su casa. Sin dudarlo, se bajó  y salió hacia el exterior. 
El vagabundo sostenía un cartel que decía: “Escúchame, aquí estoy. Mírame, no soy invisible a tus ojos”. 
El desconocido tenía un frasco vacío para que colaborarán con él. Dos caballeros se habían detenido a escuchar su arte. Melania se acercó y le depositó un billete, en agradecimiento por haberle devuelto un poco de felicidad a su vida. Entendió que ese hombre era el mensajero de su ángel. Los hombres que estaban escuchando su música la imitaron.
Cuando Melania se dispuso a alejarse, el vagabundo le habló.
—Melania, esto le pertenece —le dijo exponiéndole una carta. La joven se volvió y lo miró desconcertada. El hombre sabía su nombre de pila.
La joven la recibió en silencio, la abrió y la leyó detenidamente ante la mirada curiosa de los hombres.
“Melania: es el nombre de una mujer dedicada, que hace lo imposible por la gente de su entorno. El nombre Melania es el de una mujer que tiene una tenaz personalidad, que derrocha energía, que es independiente, adaptable a los cambios y a las circunstancias de la vida”.
Cuando Melania terminó de leer, el vagabundo volvió a hablarle y expuso ante sus ojos a un pequeño perro.
—Tome, esto es para usted. Es un regalo del cielo para que recuerde que el cielo sí existe, y que en él encontrará, a su ser querido. Estará con usted a través de él —le dijo señalando al cachorro que sostenía.
Melania no pudo evitar que lágrimas de emoción rodaran por su mejilla. Tomó al cachorro y le dijo al vagabundo con la voz quebrada:
—Gracias.
—Los mensajes ya han sido dados, señorita —mencionó el vagabundo en respuesta.
Melania se alejó del vagabundo sosteniendo fuertemente al cachorro para ingresar a su hogar. Por primera vez, se sintió feliz desde la partida de su padre.
Su padre cumplió con los tres mensajes. El sonido de la flauta hizo que utilizara el sentido de la audición. Luego, la carta, para la que debió poner en funcionamiento el sentido de la vista y, finalmente, tuvo que utilizar el tacto para sostener y abrazar al cachorro. 
Melania comprendió que su padre intentaba decirle que debía disfrutar de los pequeños detalles que le brindaba la vida porque, a través de cada cosa que la rodeaba, el cielo le daba un mensaje que debía aprender a descifrar.  
 
Fin 

Autora: Valentina Alé



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